domingo, 14 de marzo de 2021

Calladito estás más guapo

     Mira que se lo habían dicho: "Tú no digas nada. Limítate a escuchar. Asiente, de vez en cuando, con la cabeza y sonríe cuando todos sonrían. Si no se percatan de tu presencia, todo irá bien".

     La consigna no podía ser más clara. Hay veces en las que conviene pasar desapercibido. Estar presente, desde luego, porque una ausencia se hace notar, pero poner en práctica lo que llaman "presencia imperceptible".

     Pero él, cómo no, no se pudo contener. Tuvo que abrir la boquita. No fue ninguna impertinencia, en realidad. Tosió levemente, levantó la vista y todos pudieron oír algo así como: "Pues...". Ni siquiera fue un "pues" estentóreo, o autoritario... fue más bien un balbuceo, un susurro, una pica en Flandes que no buscaba más que decir "aquí estoy yo".

     No tardó en arrepentirse. No se habían extinguido los ecos de aquel maldito "pues" cuando observó cómo todos se giraban hacia él con cara de pocos amigos. Un público hostil, sin duda alguna, y los presagios funestos se tornaron amenazas reales cuando se dio cuenta, ¡oh, malditos hados del destino!, de que había empezado a hablar antes de tener nada que decir, de que, en realidad, no tenía nada claro por qué había atraído sobre sí mismo la atención de la concurrencia.

     Tragó saliva y se preparó para lo peor. Ya lo decía su madre: "Calladito estás más guapo...".