viernes, 20 de agosto de 2021

No dejes de mirar atrás

    Tenía claro que alguien lo observaba. Notaba, mientras caminaba, cómo dos ojos invisibles y desconocidos se clavaban en su espalda y la escrutaban.
    De vez en cuando se giraba. Detenía su caminar y volvía la cabeza. Pero no veía nada. El camino solitario que había recorrido y que había dejado atrás en su avance.
    "Si tuviera ojos en la nuca", pensó, "podría mirar atrás mientras camino, y evitaría así este tipo de miradas furtivas".
    Aquello iba a ser imposible, desde luego. Nadie tiene ojos en la nuca. También es imposible girar el cuello 360 grados, ni siquiera 180 sin apoyar con un giro del cuerpo.
    Se le ocurrió, no obstante, una solución intermedia.
    Caminaría hacia atrás.
    Comenzó, pues, con cuidado. Dando pasos atrás, poco a poco, para no tropezar. Así miraba el camino recorrido y su origen, más lejano cada vez que avanzaba en su retroceso.
    Pese a todo, algo lo inquietaba. No era el trecho que había dejado atrás, pues podía abarcarlo con la mirada. Tampoco era el suelo que pisaba, pues, yendo con calma, era difícil tropezar, incluso desviarse. Era, ni más ni menos, el hecho de que seguía teniendo la sensación de que alguien lo observaba, de que unos ojos escrutadores seguían pegados a su espalda. Esta vez no miraban desde atrás, claro, sino desde delante, pero eran igual de inquietantes...