martes, 5 de abril de 2022

El plan

    La habitación era pequeña, oscura y estaba pobremente decorada. Olía a rancio, y un desagradable calor de radiador viejo provocaba un bochorno incómodo. No era, desde luego, un lugar digno de un rey.
    - ¿Entonces, Majestad? -preguntó el valido, siempre fiel y leal. - ¿Qué podemos hacer ahora?
    El rey le miró fijamente, de arriba a abajo, con la seguridad de quien ha sido servido desde el mismo momento de su nacimiento.
    - ¿Qué podemos hacer? -repitió. - ¿Y tú lo preguntas? ¿Acaso no tienes un plan?
    - Creo que hay poco que hacer, Majestad. Hemos fracasado.
    - ¿Fracasado? -el rey se irguió irritado, y levantó su puño cerrado. - Para mi estirpe no existe el fracaso. ¿Todavía no sabes quién soy?
    - Sí, pero...
    - No hay peros que valgan. Dices que no tienes un plan, lo cual, por cierto, te convierte en un valido tremendamente ineficiente. Por fortuna, yo sí tengo un plan.
    Mientras decía esto, los ojos se le iluminaron y una sonrisa se le dibujó en el rostro.
    - Tendremos que recuperar lo que es nuestro -continuó. - Si hace falta, lo robaremos...
    - Pero... -comenzó a objetar el valido. - No tenemos a nadie, y si nos descubren robando...
    - Robar a un ladrón, amigo mío, tiene mil años de perdón, ¿no lo sabías? Además, nada es imposible para alguien como yo. Busca, inmediatamente, a alguien capaz de robar lo que nos robaron.
    - Claro, Majestad.
    El rey, satisfecho, siguió dándole forma al plan. Ya volvería a tocar la gloria. Ahora tocaba descender a los infiernos, aunque solo fuera para tomar impulso...