domingo, 18 de febrero de 2024

El secreto

    Todos guardan un secreto. Maldita sea. Lo sé, lo intuyo. Todos guardan un secreto, menos yo.

    Está en la gente que se me cruza por la calle, los que me saludan en el supermercado, aquellos con quienes hablo a diario, incluso mis más íntimos. Lo noto en su forma de actuar, en los silencio que hablan a gritos, en los cruces de miradas furtivas. Es como si todo el mundo formara parte de una sociedad secreta que les hiciera poseedores de una información que, durante milenios, han sabido guardar y expandir solo entre los iniciados. Una sociedad que me excluye a mí, sistemáticamente.

    Ni siquiera sé si todos guardan el mismo secreto o si cada uno guarda el suyo. Quizá es una sociedad tan bien estructurada que ha roto la información y la ha dispersado. Así cada uno conoce una parte del gran misterio, todos son partícipes y responsables de su salvaguarda, pero solo uniendo todas las piezas del rompecabezas el mensaje se muestra diáfano.

    Existe, no obstante, otra posibilidad. Que nadie guarde secreto alguno, que no haya misterio ni revelación, que todos estén fingiendo saber algo que nadie sabe, en realidad.

    Esa posibilidad me inquieta, sinceramente. ¿Qué debería hacer yo, en ese caso? ¿Finjo yo también ser poseedor de parte de la revelación? ¿Eso no me convertiría en uno de ellos? ¿Sería, pues, parte de la sociedad? ¿O sería, simplemente, un mentiroso?

    La verdad es que todo esto me desconcierta. Si tan solo pudiera formar mi propia sociedad secreta... aunque yo fuera su único miembro... solo necesito un secreto que guardar.