- ¿Y esa nota? -le pregunté a mi amigo.
Había ido a buscarlo para salir a dar una vuelta, y al abrir la puerta lo había visto con ella en la mano.
- No estoy seguro -me contestó. - La acabo de encontrar. Alguien la había pasado por debajo de la puerta.
La observamos con curiosidad. Yo enmudecí. Mi amigo, por el contrario, no le dio importancia.
- Deben de haberse equivocado.
Yo lo veía clarísimo. Papel ennegrecido por un lado, y un extraño signo, parecido a una guadaña, por el otro. A mi amigo acababan de sentenciarlo a muerte.
- Es la mancha negra.
- ¿Y eso qué es? -me preguntó.
- ¿No has leído La isla del tesoro?
- ¿Qué es eso?
- Billy Bones y Long John Silver.
- ¿Y esos quiénes son? ¿Amigos tuyos? ¿Los vamos a ver hoy?
Empecé a preguntarme por qué era mi amigo. Bueno, en realidad, para el tiempo de vida que le quedaba, el asunto de la amistad era el de menor importancia.
- ¿Sabes qué? Me parece que me estoy encontrando mal. Creo que se me están quitando las ganas de salir -dije, como excusa para no estar presente cuando llegara el desenlace.
Puso cara de extrañeza. Le dije que se quedara en casa, y que buscara la película, la de La isla del tesoro, en alguna plataforma. Que se la recomendaba, aunque fuera una película vieja.
Me fui de allí dando por sentado que no iba a volver a verlo. Era una pena, sí. Pero la mancha negra era la mancha negra...