- ¿Sabes ese momento, justo antes del desenlace de la historia, en el se produce una pausa en el devenir de los acontecimientos?
Me quedé en silencio, pensando, durante unos segundos. Afirmé con la cabeza.
- Si fuera una película, meterían unos minutos de música mientras los protagonistas deliberan, mirando al cielo y en actitud reflexiva, sobre qué decisión tomar.
- Exacto. Si lo piensas bien, son los momentos clave. También nosotros, observadores externos de la historia, reflexionamos. En ese momento la balanza está en equilibrio. Puede caer de un lado, puede caer del otro. Creemos saber qué pasará, si el protagonista triunfará, si morirá con honor, si nos hará reír o llorar. Pero en realidad no lo sabemos. Estamos a merced del creador de la historia.
Sonreí.
- Pues creo -continuó - que, ahora mismo, estamos, tú y yo, en uno de esos momentos. ¿Crees que sabes lo que pasará a partir de ahora?
Dije que sí.
- Pero, si miras en el fondo de tu ser, verás que aún todo puede pasar, que en realidad no sabes nada, que estás en manos del destino. Y eso, querido amigo, nos da un miedo atroz. Por eso lo negamos, por eso preferimos vivir la fantasía de que lo tenemos todo bajo control.
Me quedé pensando. No demasiado profundo, ni demasiado tiempo, para evitar llegar a conclusiones que pudieran aterrorizarme.