Lo vi con mis propios ojos. Furtivamente, escondido tras las cortinas de la ventana que da a la calle, como un vecino cotilla. Pero fui testigo, y eso me aterra.
Ya tenía ciertas sospechas. La primera vez fue hace unos días: aquel tipo iba caminando por la calle, se detuvo, miró a una señora que caminaba al otro lado de la calle e, inmediatamente, esta cayó al suelo. Nadie más lo vio. El tipo reinició la marcha, y la señora necesitó unos segundos para incorporarse, sana y salva, afortunadamente.
Pero ayer lo vi provocar un accidente. Era el mismo tipo. Caminaba por la misma calle. Se detuvo, miró el semáforo, miró a un viandante que pretendía cruzar y, al momento, se produjo un atropello. Juraría que ambos, vehículo y peatón, estaban en verde. ¿Es eso posible? Nuevamente, solo yo fui testigo.
Lo más preocupante es que el tipo, antes de reemprender la marcha, miró hacia mi ventana. Las cortinas estaban corridas, pero una luz en el interior estaba encendida. ¿Habría detectado mi presencia? ¿Qué será de mí ahora?
Creo que si el tipo no puede poner sus ojos sobre mí, no me pasará nada. Por ello no pienso salir, ni asomarme a la ventana, durante un buen tiempo. El tiempo que haga falta. Tengo claro que me va la vida en ello.