jueves, 15 de febrero de 2024

Una nueva identidad

    Llegó con la respiración agitada y el alma rota. Gruesas gotas de sudor perlaban su frente. Miró a un lado y al otro, comprobó que ya no lo seguían, y entró en el piso.

    Había conseguido darles esquinazo, pero aquello no duraría mucho tiempo.

    Se afeitó la barba y se rapó el pelo, aunque sabía que aquello no sería suficiente. Tendría que cambiar de estilo de vestir, de forma de caminar, tendría que cambiar su tono de voz y la inflexión de sus frases si quería que no se le reconociera.

    Metió en una bolsa todo el dinero en efectivo que pudo reunir, cuatro mudas de ropa y algo de comer. Salió corriendo, sin mirar atrás, aunque atrás dejaba su piso, el coche, a todos sus conocidos. Su vida, en definitiva.

    Fue directo a la estación y se metió en el primer autobús que encontró, uno que iba lejos, muy lejos. Cuanto más lejos mejor.

    A su lado se sentó una anciana que le preguntó cómo se llamaba. Él respondió con un nombre que no era el suyo, que nunca había usado, pero al que tendría que acostumbrarse a partir de aquel momento.

    Sintió como si acabara de nacer, como si una nueva vida se abriera ante sus ojos. Llena de peligros, pero suya, al fin y al cabo.