jueves, 17 de julio de 2025

El compás de una música que sonaba

     Volvió a sonar. Lo había deseado con tanta fuerza... Era la melodía más apacible del mundo.

     Con parsimonia, ensimismado, fue a limpiarse las manos, manchadas de sangre. Algunas gotas habían salpicado su camisa. Tendría que cambiársela al llegar a casa. Más que como una fatalidad, se lo tomó como un ligero contratiempo. Tampoco le importó que el salón hubiera quedado hecho un desastre. Había cometido asesinatos más limpios, cierto era, pero qué más daba. Abandonaría la escena del crimen y no volverían a verlo por allí.

     Lo mejor es que había vuelto a sonar la canción. Sus acordes eran tan armónicos, de una belleza tan sublime, que al oírlos se sentía una persona nueva.

     Salió rápido. Había sido demasiado ruidoso. Quizás los vecinos habían oído algo y habían llamado a la policía. Las sirenas de sus coches podrían interferir en la canción que aún resonaba en su cabeza.

     Tendría que volver a matar, aunque solo fuera para oírla vez.