domingo, 4 de marzo de 2007

El enemigo interior

Siempre supuse que acabarían conmigo desde fuera, que preparaban un ataque cósmico de dimensiones ciclópeas, que se rearmaban para dirigirse concretamente contra mí, sin saber muy bien por qué, tal vez porque yo era uno de los pocos que no se identificaba con ellos.
Me pertreché debidamente, anduve con cien ojos como un Argos insomne, me oculté cuando debí hacerlo y contraataqué con decisión.
Quién me iba a decir a mí que el enemigo que tanto temí se encontraba en mi interior, fermentando a escondidas, esperando el momento de brotar como la lava de un volcán por cada uno de los poros de mi cuerpo.
Lamento tremendamente haberme encerrado en la fortaleza con el único agente destructor del que debí haber huido desde el principio. Cómo salir, si me encerré con tanto empeño...
Ahora pediría ayuda, pero he desconfiado durante tanto tiempo del exterior que me cuesta tanto, y me costará la misma vida, de hecho, acercarme a ellos...