- Estás raro -le comentó al tiempo que le dirigía una mirada curiosa.
- ¿Raro yo? - contestó el otro con sorprendido excepticismo.
- Sí, supongo que todos estamos raros de vez en cuando.
- Pero, ¿por qué? ¿Porque colecciono cabezas reducidas? ¿Porque con residuos orgánicos alimento a las moscas que componen mi ejército destructor? ¿Por mis ansias megalómanas? ¿Porque giro en el sentido contrario al movimiento terrestre de rotación? ¿Por buscar en la oscuridad las respuestas que serían visibles a la luz? ¿Por ser como soy? No. No estoy raro. Soy raro. Afortunadamente, pues de los raros es el mundo del absurdo...