10, 9, 8...
Quedaba tan poco... unos segundos y habría llegado al final de la cuenta atrás. Tanto tiempo esperando este momento...
7, 6, 5...
Pensó ilusionado en lo que sucedería cuando la sucesión numérica llegase al tan ansiado número 0. Lo intentó, al menos, porque se dio cuenta entonces de que no recordaba el porqué de esta cuenta atrás, hacía ya tanto que había comenzado, apenas recordaba si la había iniciado con un millón, o con varios, qué más daba...
4, 3, 2...
Tampoco importaba no saber qué sucedería. Mejor, así la situación se tornaba emocionante y su desenlace sorprendente. Si había comenzado a contar era, a buen seguro, porque merecía la pena. Era lógico olvidar la razón, en realidad llevaba no sabía cuántos miles de miles de segundos concentrado en el devenir de los números, después de cada uno de ellos siempre otro que reflejaba una cantidad menor. Qué sería, qué sería, seguro que se trataba de un suceso grandioso...
1, 0
Cuando su cadáver cayó al suelo, nadie supo muy bien determinar si la muerte se había producido por un infarto ante los nervios y la tensión del momento, o si la cuenta atrás iniciada hace años no eran más que los granos que quedaban en la parte superior del reloj de arena de su vida.