jueves, 10 de mayo de 2007

La senda del perdedor

Porque la victoria aturde y obnubila, porque los ganadores se vuelven soberbios y vanidosos, porque siempre se aprende más de una derrota que de mil victorias, brindo por los perdedores, por los que lo han sido, lo son y lo serán, no por los perdedores circunstanciales, esos se curan con la siguiente victoria, sino por los que saben positivamente que jamás obtendrán ningún éxito meritorio.
A ellos nadie les mirará con admiración, nadie arrojará flores a su paso, nadie llorará conmovido por verles fracasar, porque sólo duelen los fracasos inesperados, la derrota continuada no impacta, sólo aburre.
Por eso alzo el brazo con el que sostengo mi copa, miro al cielo donde moran los triunfadores, y me hundo en la miseria del eterno perdedor con el orgullo, qué consuelo nos quedaría en caso contrario, de, al menos, seguir siendo aquel tipo desangelado que inició una senda que no podía llevar a otro lugar que a la nada.