sábado, 22 de diciembre de 2007

El agujero

No se lo digáis a nadie, pero estoy cavando un agujero en mi jardín.
Todo empezó como por casualidad, alcancé una pala y sin saber muy bien por qué fui al jardín y comencé a cavar. Es un trabajo duro, pero satisfactorio. A las pocas horas el agujero ya tenía unas dimensiones considerables.
Me surgió entonces el problema de la utilización de la tierra extraída. Ante la falta de soluciones definitivas, opté por lo más sencillo, haciendo con ella un montoncito a un lado de mi agujero, junto a la caseta del perro.
Ahora han pasado ya varias semanas, y el agujero debe tener ya varios metros de profundidad. Kilómetros, quizá. He pensado en visitar el centro de la tierra, dicen que es caluroso pero yo, que me voy acercando a él un poco más cada día, no he notado aún la menor sensación de sofoco. Y si el centro de la tierra es aburrido, puedo continuar y aparecer en Nueva Zelanda.
Siempre quise visitar Nueva Zelanda, no sé por qué. Hay sitios que sólo visitarías para poder decir que has estado allí, ¿verdad?
En cuanto al montoncito de tierra junto a mi agujero, ahora es una montaña altísima, y a sus pies, en mi jardín, se citan cada mañana montañeros y alpinistas de todas partes del mundo.
Ellos suben, y yo bajo.