"Oye, pero qué bueno te ha salido el entrecot", decía Ricardo con la boca llena mientras se chupaba los dedos. "Desde luego, eres un genio de la cocina. Por cierto, ¿de qué me has dicho que era? Eso, de buey. Joder, si es que está buenísimo, y a mí me gusta así, muy hecho, desde luego le has pillado el punto exacto, y eso tiene mérito..."
"Me tienes que decir dónde has comprado la carne". Javi asentía, y miraba a Ricardo tomar enormes trozos y masticar con ansia. Él prefería recortar trozos pequeños y saborear poco a poco.
"¿Y el vino? Qué cuerpo, qué aroma... ¿de dónde es?"
"Es un Rioja con unas gotitas de sangre..." Javi sonrió. Ricardo se deshizo en una risa ruidosa...
"Oye, por cierto, ¿no me dijiste que Fina cenaba hoy con nosotros? Como ya hemos empezado..."
"No, no, yo te dije que Fina estaría presente con nosotros en la cena".
"Pues no la veo, deberíamos quedar más a menudo, la verdad... reconocerás que Fina está buena..."
Al guiño cómplice de Ricardo respondió Javi mirando con atención su entrecot, cortando un trozo con parsimonia, masticando con placer... "Sí, sí que está buena, sí..."
"Oye, Ricardo, ¿te puedo confesar algo?"
"Dime".
"El filete no es de buey".
"¿Ah, no? ¿De qué, entonces?"
"De Fina".
Segundos de silencio. Miradas escrutadoras. Javi seguía masticando. Ricardo, sin embargo, había dejado de hacerlo.
"Quieres decir..."
"Sí".
"Pero quieres decir..."
"Que sí, que sí..."
"...que compraste ese entrecot para Fina y que, como no viene, te lo estás comiendo tú, ¿verdad?"
Javi miró a Ricardo entre el estupor y la sorpresa. Abrió ligeramente la boca, como si fuera a añadir algo. Sin embargo, tomó un sorbo más de vino y volvió sobre su trozo de carne, el de Fina. Solo habló cuando hubo masticado bien y tragado.
"Sí, Ricardo, sí. Tienes razón. Está buena la Fina..."