miércoles, 27 de diciembre de 2023

Solomillo a la pimienta

    - Y esto, ¿qué es?
    - Solomillo a la pimenta.

    Le eché un vistazo rápido. La verdad era que tenía buena pinta. Emplatado con elegancia, además. No dudé en hincarle el diente, pese a que todo me parecía realmente extraño.

    Pensé que me encontraba ante un espejismo. O en un oasis. Lo cierto era que llevaba tres días perdido en el desierto. Eso sí que había sido real. Lo notaba en mis labios resecos, en mi estómago vacío, en mis piernas cansadas.

    Por eso no me hice demasiadas preguntas cuando abrí los ojos y le vi. Debí haber perdido la consciencia. Allí estaba, ante mí, un beduino, un nómada del desierto, ofreciéndome un plato de solomillo a la pimienta.

    Eso me había dicho, al menos. Me pregunté de dónde habría sacado la pimienta. Pero, claro, "la ruta de las especias", pensé. Normal que tuviera pimienta. Y clavo, y comino.

    Resuelta esa duda, me pregunté de dónde había sacado el solomillo. No había cerdos. No había vacas. El beduino tenía un camello. Y yo había visto zorros del desierto merodeando por los alrededores.

    - Esto es cerdo, ¿verdad? -pregunté ingenuamente.

    El beduino sonrío levemente y no dijo nada. Yo le di un buen bocado al manjar que tenía ante mí e, igualmente, callé.