domingo, 4 de agosto de 2024

Respirar

    Cuando dejó de respirar, tenía claro que iba a durar poco. Unos segundos, y todo arreglado. Un oasis de paz y tranquilidad, de calma, sin problemas ni preocupaciones.
    Notó los espasmos en su laringe, la hinchazón de la tráquea, un dolor en los pulmones que se hacía cada vez más intenso.
    Había pasado un minuto. No debía de quedar mucho. Las formas se le hicieron difusas, tenía dificultades para pensar, sintió que se acercaba al final.
    Diez minutos después empezó a pensar que algo raro pasaba.
    Después de una hora, y viendo que iba a ser imposible, decidió volver a tomar aire. Pero ya no pudo. Se dio cuenta, entonces, de que respirar no era necesario. Que había estado sobrevalorándolo toda la vida.
    Tendría que contárselo a todos: Sin aire se vive mejor.