Las quejas y lamentos eran tan profundos como las consecuencias de lo que había sucedido, ¿pero quién iba a imaginarlo?
¿Quién iba a imaginar que, mientras se disponía a coger el cubo de hielo, una mano salida del fondo de la nevera lo agarraría por la muñeca y tiraría de él?
Y tras la mano apareció un brazo, y luego una cabeza, y unas barbas larguísimas, y un par de cuernos.
Cuando quiso darse cuenta, tenía en su cocina un vikingo enorme.
- ¿De dónde sales? -le preguntó, aunque no era necesaria ninguna respuesta. Era evidente que había venido del frío.
El asunto todavía podría haber sido gobernable, pero tras el primer vikingo apareció otro, y otro, y un drakkar entero que salió arrastrándose, derribó los muros de la casa y llegó al río, y ahora está causando estragos por toda la ciudad.
"Yo solo quería un vodka con limón", repetía entre lágrimas, mientras las alarmas y los gritos resonaban al otro lado de la ciudad.