lunes, 25 de noviembre de 2024

Mirar atrás, mirar arriba

     Se encontró a sí mismo recordándose de joven. Cuarenta años atrás estaba en aquel mismo sitio, oyendo el sordo retumbar de las olas del mar. Con ella. ¿Dónde estaría ella, tanto tiempo después? Desde que no tenía con quién hablar le daba por idealizar figuras de su pasado... Supuso que serían cosas de la edad.

    Miró al cielo. Brillaban las estrellas. Allí arriba no pasaba el tiempo. O sí pasaba, pero no se notaba. Su mirada pasó de Polaris a Antares. Cuarenta años después seguían en el mismo sitio, sin cambios perceptible.

    Por un instante, sintió envidia de las estrellas. Pero fue solo un instante. Luego pensó que debía de ser una vida muy aburrida esa en la que permaneces inalterable por un tiempo tan largo que podría equipararse a una eternidad.

    Las olas eran diferentes. Las olas iban y venían, siempre activas, siempre en movimiento. Por un instante, también tuvo envidia de ellas. Pero fue solo un instante, el tiempo que tardó en ver cómo una de ellas, que había nacido con pose elegante y actitud soberbia, era arrastrada por la gran masa de agua, otra vez, a su seno.