- ¿Sabemos ya quién es el asesino?
Todos los presentes cruzaron miradas de sospecha mutua.
- ¡Vamos, por favor, dejaos de jueguecitos! Sabemos que el asesino es uno de vosotros.
Para sorpresa de todos, fue el chico, un joven de catorce años, quien alzo la mano.
- El asesino soy yo...
- Y una mierda. Tú no eres el asesino, chaval. ¿Cómo lo hiciste? A ver, cuéntanos...
El joven balbuceaba dubitativo...
- ¿Ves? No tienes ni idea. Deja de decir tonterías.
El joven bajó la cabeza aproximadamente a la vez que levantaba un dedo la chica.
- Y tú tampoco eres asesina de nadie. Ni lo intentes.
La pobre casi rompe a llorar.
Cuando solo quedaba un sospechoso por inculparse, todas las miradas se dirigieron a él.
- ¿Y tú? ¿No vas a confesar?
- Yo no he hecho nada.
- ¡Deténganlo!