domingo, 30 de noviembre de 2025

¿Y entonces?

     El abogado defensor miró a los ojos al acusado. Llevaban toda la semana preparando la declaración, una hora tras otra, una mañana tras otra, hasta que supieron perfectamente cómo tenían qué actuar, qué tenían que decir, qué tenían que callar. Los silencios, las pausas dramáticas, los golpes de efecto.

     - ¿Asesinaste tú a J.G.?

     El acusado miró a su abogado y enarcó una media sonrisa.

     - Sí.

     El abogado palideció visiblemente. Durante unos segundos apenas emitió unas leves balbuceos.

    - Perdón -dijo, finalmente. - Creo que me has entendido mal... te preguntaba si habías cometido tú el asesinato.
     - Te he entendido. Y... sí, yo lo asesiné.

    El abogado defensor se llevó la manos al rostro. Tanto tiempo para nada. Miró de reojo al fiscal acusador, que tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no soltar una carcajada.