jueves, 7 de julio de 2022

Convocatoria

    Un amigo me estuvo contando hace un tiempo que había recibido una convocatoria realmente extraña. Le instaban a asistir al día siguiente a una reunión de un grupo de trabajo en un lugar y a una hora determinados. La convocatoria había llegado a su casa, a su nombre, por correo certificado.

    Lo extraño era que mi amigo no esperaba ninguna reunión, no conocía la existencia de ese grupo de trabajo y ni siquiera había visitado nunca, ni oído mencionar, el lugar en el que dicha reunión se iba a producir.

    - No vayas -le dije al enterarme de los detalles. - Será un error. O peor aún, un engaño.

    Para mi sorpresa, un gesto de disgusto se dibujo en la cara de mi amigo.

    - ¿Por qué? -me contestó. - ¿Qué te hace pensar que no tengo que ir? Me han convocado a mí, personalmente, y no a otro. Será por algo, ¿no? No voy a dejarlos tirados.

    - ¿Para qué es la reunión? -quise indagar.

    - Ni idea -respondió él. - Pero me necesitan, eso está claro.

    Para no terminar discutiendo, asentí. Lo necesitaban, seguro. Gente que no conocía, para una misteriosa reunión en un lugar extraño. Lo necesitaban.

    Un par de días después quise volver a hablar con mi amigo, saber en qué había quedado el asunto. Curiosidad, ya saben. El caso es que no conseguí dar con él, ni siquiera después de llamarlo por teléfono, ni siquiera después de personarme en su casa y tocar el timbre.

    Tampoco conseguí dar con él los días siguientes. De hecho, no he vuelto a contactar con él desde entonces. Y a fe que lo he intentado varias veces.

    Supongo, estoy seguro de ello, que lo necesitaban tanto que aún están de reunión. Supongo, claro está, que no puedes decepcionar las ilusiones puestas en ti por aquellos que te convocan. Supongo.