Tengo una pesadilla recurrente. Corro por llegar a un sitio. No sé para qué, pero corro intensamente. Noto como mi corazón, a cien por hora, parece que va a estallar. A mi alrededor, y a medida que avanzo, va cambiando el entorno, los objetos aparecen, los paso y los pierdo a mi espalda. Estoy avanzando, no hay duda. Mi objetivo, sin embargo, siempre se encuentra a la misma distancia. Parece alejarse a medida que me acerco a él.
Cada vez me queda menos aire. Me cuesta respirar. Al final estiro el brazo para alcanzar aquel lugar. Es en vano. Me siento desfallecer. Cierro los ojos. Entonces me despierto.
Anoche, sin embargo, empecé a correr y, a los pocos segundos de haber comenzado, llegué al sitio. Empecé a palparme, me lleve la mano al corazón. Todo bien. Era yo, estaba sano, y tranquilo. Luego miré a mi alrededor. Era un lugar insulso, apático. No tenía nada de especial. Me pregunté por qué tenía tantas ganas de llegar allí, pero no di con ninguna respuesta plausible. Luego empecé a aburrirme y a querer irme de allí. Intentaba andar, a mi alrededor los objetos parecían moverse, pero no conseguía abandonar el lugar. Siempre el mismo lugar.
Quise despertar, cerré los ojos, pero seguía allí. El final de la supuesta pesadilla era el principio de la pesadilla real.