Debe ser algo así. Un mariposa mueve las alas en Sudamérica, y origina una cadena de acontecimientos que acaban por provocar un terremoto en Chipre. Uno no se imagina hasta que punto las mariposas provocan catástrofes que cambian la vida de la gente.
El otro día vi una mariposa. Muy bonita, sí, pero también muy cabrona. Lo digo porque empezó a revolotear a mi alrededor, y agitaba las alas no una, ni dos, sino un buen puñado de veces, y a toda velocidad. Poco después se produjeron esas inundaciones en el sur de Francia. Creo que no hace falta explicar nada más.
Otra vez se me posó una en el hombro. Le dije que no agitara las alas, pero la maldita no me hizo caso. Fue el mismo día de aquel accidente aéreo tan lamentable. Hubiera aplastado la mariposa, de veras que lo pensé. Pero siempre me pareció una crueldad aplastar una mariposa. Una mariposa no es una cucaracha. Además, probablemente el aplastamiento originaría otro efecto mariposa de consecuencias imprevisibles.
Hoy mismo he visto un montón. No sé por qué, pero volaban todas juntas, en manada. Eran decenas de ellas, y no paraban de agitar las alas. Todas a la vez. Aterrorizado, corrí a mi casa y me encerré. Creo que, visto lo visto, puedo confirmar que el fin del mundo ya está aquí. Y que será terrible.