lunes, 9 de junio de 2025

El beso de la muerte

     Le puso la mano en el hombro, y él la sintió como una amenaza. Aquel peso muerto, normalmente gesto de confraternidad, se percibía, en aquellos instantes, como privador de libertad, como unos grilletes que lo oprimieran y redujeran sus movimientos.

    Le vino a la mente el beso de la muerte. También ese gesto, el beso, por lo general muestra de cariño, de afecto, se teñía en ciertas ocasiones de un siniestro valor de amenaza.

    Giró ligeramente la cabeza y miró, con dificultad, la mano que seguía apoyada en su hombro. Pensó si debía de hacer algún movimiento, quizás un leve giro del hombro que diera muestra de su incomodidad, que lo liberara.

    Luego ya pasaría lo que tuviera que pasar. Pondría su vida sobre el tapete, si hiciera falta, moriría matando, espada en mano, con las botas puestas.

    Pero aquella mano, aquel apéndice ajeno sobre su propio cuerpo, le estaba resultando insoportable.