- A ver -contestó el otro con parsimonia-. Son verdaderas, están ahí... pero no son las originales.
- Son copias, vamos.
- Así es. Visto lo visto, los museos decidieron colgar copias para no deteriorar las originales. Estas están bien guardadas en un depósito.
- Pero eso es una estafa...
- A nadie le importa demasiado, fíjate. Ojos que no ven, corazón que no siente. A la gente le da igual. A la mayoría le da igual. Visitan el museo solo para decir que han estado. Y si les interesa, pero no saben lo del cambiazo, la experiencia estética es tan intensa con la copia como con el original.
El otro se rascó la sien, pensativo.
- Pero, entonces, las grandes obras de la historia están ocultas a la vista. ¿Para qué crear belleza, si nadie puede disfrutarla?
- Nadie, o solo los elegidos.
- Pero eso es elitista.
- Como lo fue siempre, querido amigo, como lo fue siempre. La diferencia es que ahora, con las copias a modo de placebo para el vulgo, la élite es más discreta...