Están por todas partes. Los ves caminando por la calle, esperando el autobús, conduciendo los taxis. Se han introducido en la Administración Pública, ocupan los cargos más importantes del Gobierno, la cúpula de las empresas más influyentes.
No es posible escapar. Nos tienen rodeados y envueltos en una red tan sutil que ni siquiera podemos llegar a imaginar hasta dónde extiende sus tentáculos.
A veces me miro al espejo y busco más allá de mi reflejo. Trato de mirar en mi interior y convencerme a mí mismo de que no es posible, de que no soy uno de ellos. Pero mis vecinos forman parte de su grupo, y el tendero, y los testigos de Jehová que vienen a dialogar conmigo sobre el fin del mundo.
A veces pienso que lo más fácil sería dejarme atrapar por sus garras...