No está tan mal, esto de viajar por el Sistema Solar. Hace sol, desde luego, pero eso parece algo consustancial al lugar en sí. En cualquier caso, a medida que te acercas a Plutón la intensidad de los rayos es menor.
Trato de figurarme que todo el camino tiene un paisaje lunar. Sí, en realidad es como la Luna, sólo que más verde, con más bosques y oxígeno, y con modestos surtidores de agua que colocan, hábilmente, cada tantos kilómetros.
Los selenitas, además, son afables. Algunos, incluso, saludan en su jerga indescifrable: "Grüezi!", dicen, y yo les respondo con la misma palabra. Parece que me entienden.
Se me ha rasgado mi mochila mágica y amenaza con tornarse inservible. He tenido que hacer un apaño con unas zarzas trepadoras, flexibles pero resistentes, que he encontrado a la altura de Urano. Fui a Pluton y ya estoy de vuelta. En el horizonte me espera el Sol.