miércoles, 18 de abril de 2007

¿Eh?

El tipo era realmente extraño, pero extraño de verdad. Cada vez que yo hacía un comentario, respondía: "¿eh?" y callaba. Llegué a tomarlo como una afirmación más que como una interrogación.
Considero que mirar a la gente a los ojos cuando se habla con ella es una virtud de la que, efectivamente, carezco. Nunca lo agradecí tanto, en cualquier caso, como en aquella ocasión, pues cada vez que mi mirada furtiva y migratoria se detenía en el rostro de mi interlocutor este se encontraba haciendo muecas y guiñando los ojos compulsivamente, a modo de tic, como aderezo a sus silencios.
El caso es que hablamos durante horas, no sé si porque soy tan extraño como él o, simplemente, porque me gusta que me den la razón. Al final nos despedimos, ni siquiera me quedó muy claro si el tipo era real o era un androide, o una máquina de palomitas. Cuando le dije adiós, él respondió: "¿eh?".