El lugar ideal sería una burbuja de metacrilato, o un campo de fuerza ingobernable. Así evitaría el calor veraniego y frío invernal, eludiría el contacto con la gente insoportable y podría ver el mundo desde la barrera, juzgando con la imparcialidad y la precisión de quien no se juega nada.
Y si el lugar fuese lo suficientemente fresco, y lo suficientemente seco, me encontraría tan a gusto que apenas precisaría moverme, y permanecería en aquel estado de completa beatitud por toda la eternidad, incorruptible, inconmovible, inaccesible.
Por favor, consérvenme en un lugar fresco y seco, les aseguro que, en tales condiciones, mejoraré con el tiempo.