domingo, 8 de julio de 2007

El eterno desconocido

Me dijeron que no hablara con desconocidos, y desde entonces no dejan de aparecer por todas partes; desconocidos que pasean por la calle y te observan curiosos, desconocidos cuando vas de compras, o al cine, desconocidos que se cruzan en tu camino mientras conduces tu coche.
Yo, por supuesto, no les hablo. Y siguen, de este modo, siendo desconocidos. Y siguen observándome, algunos incluso se muestran dispuestos a entablar conversación, no sé cómo se atreven a acercárseme, siendo yo un desconocido también para ellos.
Pero de todos los desconocidos que aparecen en mi vida, de todos aquellos de los que huyo por mi propia seguridad, aquel que más me inquieta, el que más me ha preocupado siempre y más me ha quitado el sueño por su insistencia y su rostro grave, curioso, que invita a desconfiar, es aquel que aparece, posando fijamente sobre mí una mirada oscura e inescrutable, cada vez que me miro al espejo.