jueves, 5 de julio de 2007

Un inenarrable espectáculo pirotécnico

El Sol me escama, tan grande, tan soberbio, siempre rodeado de su aureola de luz, se cree muy importante, pero en realidad es un ser aburrido, monótono, todos los días haciendo lo mismo, prácticamente a la misma hora, yendo a los mismos lugares... ¿pero por qué demonios siempre se pone por el mismo sitio?
Seguro que es de esos que se llaman a sí mismos "animal de costumbres", y en el fondo lo que tratan de esconder es una vida insuficiente y una nula capacidad de innovación. Ese tipo de gente me pone nervioso.
Y ahí está, como cada tarde, sonriente sobre fondo azul, al menos es mejor eso que ocultarse detrás de las nubes para espiar como a través de unos visillos, como si no nos diéramos cuenta de que está ahí, me dan ganas de coger una piedra y arrojársela, al Sol, sí, arrojársela tan fuerte que quiebre su superficie para que por ella comience a verterse fuego, y que la incisión producida no soportase la presión de las toneladas de materia incandescente, y que el sol por fin estallase en el cielo en un impresionante espectáculo pirotécnico que veríamos tanto nosotros como los habitantes de la galixia de Andrómeda.
Eso sí que sería verdaderamente hermoso.