miércoles, 21 de noviembre de 2007

El exterior de la caverna

Cuando el mudo salió de la caverna y vio la luz, lloró de alegría ante la contemplación del mundo que se le aparecía, y de impotencia por no poder contarlo a su regreso al interior.
Una vez allí balbuceó, gesticuló, recurrió a la mímica y a las más inverosímiles contorsiones del rostro y del cuerpo, pero no logró ser comprendido.
Cada cierto tiempo salía, y volvía a entrar tan sólo para comprobar qué enorme diferencia había entre el exterior y el triste interior de sombras y penumbras en el que habitaban los demás.
Hasta que el mudo puso por escrito su experiencia. No era fácil de expresar, necesitó mucho tiempo y un esfuerzo sobrehumano, pero cuando concluyó su escrito lo ofreció a todos para su lectura.
El escrito no logró ser comprendido. Todos se rieron de él e incluso hubo quien le reprochó su actitud. "¿Acaso insinúas que no te gusta nuestra compañía?"
Entonces el mudo, una mañana, sin ser visto por nadie, volvió a salir al exterior, y nunca más regresó.