martes, 14 de marzo de 2017

La nueva vieja utopía

     Una vez me preguntaron si conocía a Bertoldo Giacomo dei Caletti. Contesté que no, lo cual, por otro lado, tampoco extrañó a mi interlocutor. Me contó entonces que fue uno de los grandes humanistas del cinquecento italiano. Admirado y respetado por las élites intelectuales de la época. Curiosamente, añadió, era uno de los grandes olvidados por la historia.
     Pregunté por qué ello era así.
     La respuesta fue que se debía al hecho de que fue, quizá, el único capaz de llevar a término su utopía.
     Me extrañó que, habiendo concluido su obra, esta hubiera sido olvidada. ¿Acaso fracasó?
     Supe entonces que Bertoldo Giacomo dei Caletti diseño una utopía, una ciudad perfectamente construida, una sociedad perfecta en la que la igualdad, la distribución del trabajo, el goce de los placeres de la vida y el ocio llegaban a niveles que nadie ha podido igualar a lo largo de la historia, ni tan siquiera en la contemporaneidad.
     Supe, además, que consiguió hacerla realidad en un lugar idílico, un paraíso natural en el norte de Italia, un entorno pacífico y lleno de recursos de los que tomar provecho.
     La utopía funcionó perfectamente hasta que dejó de hacerlo. Cuando Dei Caletti, tiempo después y sumido en la desesperanza, gritó a los cuatro vientos la razón del fracaso de su utopía, todos le dieron la espalda. Su obra fue ignorada hasta que se borró de los libros de historia.
     Pregunté cuál fue esa causa.
     Las personas, me contestó. Las personas. Lo que falla en la utopía no es la disposición geográfica, ni la distribución económica, ni la estratificación social, ni los enemigos externos, ni los imponderables, ni Dios. Lo que falla es la gente, son sus habitantes.
     Cuando el resto de humanistas oyó esto, cuando la alta sociedad renacentista oyó esto, no quisieron dar crédito y miraron hacia otro lado.
     Pregunté si eso había pasado en más ocasiones, con posterioridad desde entonces.
     Me contestaron que pasaba a diario, todos y cada uno de los días, desde entonces y hasta ahora.