viernes, 5 de mayo de 2017

El peor poeta del mundo

     El peor poeta del mundo escribió, como no podía ser de otra manera, el peor poema del mundo.
     Es preciso, no obstante, destacar dos cuestiones en torno a su figura. La primera consiste en el hecho de que, en efecto, el peor poeta del mundo no era consciente de que lo era; la segunda, una cierta aura de simpatía rodeaba al peor poeta del mundo, de modo que era de esas personas que caía bien a los demás, sin duda.
     Sucedía, pues, que nadie se atrevió a decirle nunca al peor poeta del mundo que, de hecho, lo era. No lo hicieron por empatía, por respeto, por lástima. Así pues, fueron capaces de mantenerlo en la ignorancia sobre su calidad, nula, como poeta.
     Para que esta ignorancia pudiera perdurar era necesario hacer creer al peor poeta del mundo que no lo era en absoluto. Así que todos alababan su obra, acudían a recitales y certámenes en los que él aparecía, incluso trataban de imitar su poética y sus principios vitales.
     Ocurrió entonces algo maravilloso. El peor poeta del mundo, por ser quien era, se convirtió en el poeta más leído, más seguido, más admirado y mejor criticado. ¿Quién iba a atreverse a decir algo contrario a una tan bellísima persona? ¿Quién iba a hacer pública una crítica negativa en contra de una marea incontrolable de pasión y adhesión a la obra del peor poeta del mundo?
     Así, el peor poeta del mundo fue declarado, oficialmente, el mejor poeta del mundo. Todos, incluyendo al propio poeta, a sus seguidores y simpatizantes, a los críticos y a los lectores, estaban satisfechos y exultantes.
     La Poesía, entretanto, lloraba en su cruel reclusión. Olvidada por todos.