jueves, 15 de junio de 2017

Busca

     Esta mañana temprano, al cruzar el parque camino del trabajo, encontré a un chico deambulando de un lado a otro, mirando al suelo. Parecía preocupado. No tenía aspecto desaliñado, ni descuidado, más bien todo lo contrario. Elegantemente vestido, bien peinado, aseado, se diría que, al igual que yo, acudía a sus labores matinales cuando algo le retuvo allí.
     Supuse que había perdido algo. Que algo se le había caído entre la hojarasca del parque. Un reloj, una moneda, una llave.
     Me acerqué a ofrecer ayuda y me contestó con hostilidad, casi con furia. Entre gritos me preguntó qué hacía allí, por qué me acercaba, qué pretendía... y me pidió que me fuera.
     Su actitud me sorprendió. Giré sobre mis pasos y le dejé allí.
     Cuando volvía a casa, horas después, el chico continuaba en el mismo lugar, en la misma pose, con la misma actitud, cabeza baja, mirada escrutadora, buscando algo que aún debía de estar en el suelo. Ni me acerqué.
     Después de cenar, he vuelto a salir. Esta vez sin razón alguna. Mera curiosidad. La verdad es que quería ver si el chico seguía allí. Así era, en efecto. Aquello que busca debe de ser algo verdaderamente valioso. Un diamante, alguna joya, un microchip con información valiosa.
     Esta vez no me ha visto. Me he escondido detrás de un árbol. Creo que, si es necesario, va a pasar toda la noche buscando. En cualquier caso, tendrá que descansar en algún momento. Lleva ya más de doce horas de pie. Tendrá que dormir.
     Creo que aprovecharé ese momento. Con un poco de suerte, seré yo quien encuentre eso que busca. Debe merecer la pena, si él le ha dedicado tanto esfuerzo. Él lo ha perdido, así que será de quien lo vea primero. ¿Y si soy yo?