martes, 3 de octubre de 2017

El lugar más extraño

     Gonzalo salió de Toledo un 6 de abril de 1647 .El motivo, en sus palabras, según dijo a sus allegados, era llevar a cabo una misión que definió como "antropológica".
     Recorrió Europa, estudió los canales que el ser humano había construido, modificando el paisaje, en los Países Bajos. Descubrió las huellas del pasado en Italia y Grecia, se adentró a mundos tan diferentes como los del Imperio Otomano. Atravesó el desierto, recorriendo Mesopotamia y contemplando las huellas del origen primigenio de la civilización humana. De allí se adentró en la ruta de la seda, en Samarkanda, en su bullicioso zoco, cruzó la estepa y se admiró, como quien se acerca a Dios, de la inmensa altura de los Himalayas.
     Vivió en China, recogió perlas de los fondos impredecibles del río Amarillo, se embarcó al continente americano. Atravesó un Pacifico amenazado por tempestades indescriptibles. Tomó el pulso a los jóvenes Estados Unidos, a la desordenada Mesoamérica, a la agitada Sudamérica. De allí llegó al golfo de África. Vio la inmensidad de las selvas del Amazonas al Congo.
     Asistió a rebeliones, contempló revoluciones, vio agitarse el mundo varias veces hasta juzgarlo al borde del colapso. Su viaje le llevó varias vidas. Cuando volvió a su Toledo natal, trescientos años después, no lo reconocía.
- Qué cosas tiene el mundo -le preguntaron.
- Muchas, y muy distintas -contestó. - Sin embargo, este Toledo que me rodea ahora es la cosa más extraña que he tenido jamás la oportunidad de contemplar.