jueves, 12 de octubre de 2017

Iluminación

Lo primero que oyó fue una voz en su interior, muy dentro. No era él, era otra persona que parecía que se hubiera instalado en su mente y que le enviaba mensajes que a él, por sí mismo, nunca se le hubieran ocurrido.
- Cava, cava -oyó que decía.
La situación era tan extraña, su apariencia tan excepcional, que no pudo negarse.
Fue al jardín, por tanto, porque no conocía otro sitio mejor en el que cavar, tomó una pala y comenzó a hacer un agujero Luego hizo otro, y otro, y los unió. A continuación cavó más, y todavía más profundo. Cuando se vio dentro del agujero, cuando la profundidad de este sobrepasaba su altura, él siguió cavando.
Pasó así semanas, sin apenas parar para comer, sin descanso. Cuando se dio cuenta de que no podía salir, de que acababa de sumergirse en un inmenso mausoleo subterráneo, volvió a oír esa voz en el interior de cabeza.
Se reía de él, y lo hacía a mandíbula batiente.