lunes, 8 de enero de 2018

Lluvia cae

     Al agente Fresnedillo lo llamaron para acudir cuanto antes a una situación de urgencia. A las afueras del pueblo estaba pasando algo.
     Cuando acudió, se encontró con una pareja de ancianos que, en compañía de su nieto, estaban pasando el fin de semana en el campo.
     - Y bien, ¿qué es lo que sucede?
     - Están lloviendo cosas -le contestaron.
     - ¿Cómo?
     - Cosas de música.
     En ese momento, Fresnedillo echó una ojeada al pequeño huerto que rodeaba la casa. Sobre las hortalizas, y con clara intención de dañarlas, habían colocado trompetas, un par de xilófonos, un clarinete, tres o cuatro violines y algunas violas.
     - ¿Y esto? ¿Es que los tomates van a organizarse en una filarmónica?
     La broma no tuvo el menor eco en los ancianos, que permanecían agitados. El niño, incluso, le hizo al agente una burla.
     - Bien, ¿de dónde ha salido todo este instrumental?
     - Ya decimos. Llovió.
     Fresnedillo se mesó la barba. Empezaba a cansarse de la situación. En ese momento, sin embargo, un timbal cayó a escasos tres metros de los ancianos, y un violonchelo poco más allá. ¿De dónde? Fresnedillo no podría decirlo. Miró al cielo, claro y reluciente como en un día de verano. Luego a los ancianos.
     El gesto de angustia que vio en sus rostros le provocó la risa. Se rió a mandíbula batiente.
     - Llueven instrumentos de música -dijo entre carcajadas. - ¿Y qué queréis que haga yo? Montad una orquesta.
     Se reía tanto que se arrojó al suelo y no pudo evitar retorcerse. Cuando se calmó un poco, volvió a levantar la vista. Tenía curiosidad por saber si el chaparrón musical continuaría durante mucho rato.
     Sólo tuvo tiempo de intuir que un enorme piano de cola iba directo a estampársele en la cabeza.