domingo, 7 de abril de 2019

Que empiece el espectáculo... de nuevo

     - Damas y caballeros, ¡qué empiece el espectáculo!
     Y las luces se apagaron, y el público, expectante, contuvo la respiración.
     Todo iba a comenzar de nuevo, con los mismos juegos malabares, los mismos números de acrobacia, las mismas fieras mostrando sus dóciles habilidades, los mismos trucos de magia.
     Sólo quienes ocupaban las butacas se preguntaban qué sucedería a continuación. Sólo los recién llegados, ignorantes e inexpertos, se removían inquietos y esperaban ávidos las sorpresas que depararía la velada. Para el resto, las cosas estaban claras y el devenir de los acontecimientos era tan previsible como lo había sido durante años. Nada nuevo, nada de interés.
     Entonces, un haz de luz centró su foco en medio de la pista. El director de escena salió a la palestra.
     - Damas y caballeros... -repitió.
     Y, mientras una enorme sonrisa se dibujaba en su rostro, mientras invitaba a la gente a disfrutar del mayor espectáculo del mundo, el director de escena contenía la náusea y deseaba, en su fuero interno, que el loco tragasables cogiera una de sus afiladas hojas y atravesara con ella la boca de su estómago...