lunes, 6 de mayo de 2019

La tentación

     Se me acercó un tipo elegante, bien vestido y con modales exquisitos. Se me presentó como el diablo, me contó que llevaba una eternidad vagando por el mundo, tentando a los humanos, y me invitó a asociarme con él. Debió percatarse de mi sorpresa, porque antes de oír mi respuesta comenzó a enumerarme las razones por las que dicha asociación me sería tremendamente productiva y conveniente.
     Me habló del selecto club que conformaban aquellos que habían pactado con él, gente de valor, gente triunfadora, no en vano él, que era mismísimo diablo, no se acercaba a tentar a cualquiera, solo a aquellos que realmente lo merecían.
     Me comentó como de pasada que su figura estaba detrás de todo el mal que se había cometido en la Tierra desde el principio de los tiempos. Me pareció loable, e incluso entrañable, la persistencia en una empresa de tal calibre y de elaboración tan costosa.
     No había falta que hablara tanto. Supongo que su educación y sus maneras le llevaban a presentar la solicitud con paciencia y esmero. En cualquier caso, el resultado no hubiera variado. Desde que lo vi acercarse a mí y confirmar su identidad no había dejado de preguntarme a mí mismo cómo había tardado tanto en aparecer en mi vida...