martes, 11 de febrero de 2020

El camino correcto

     Deduje que me había muerto. Me costó llegar a esa conclusión, desde luego, porque el psicopompo no era como me esperaba. Nada de espíritus tranquilizadores, ni ángeles, ni arcángeles, ni Hermes, ni Caronte, ni nada parecido a Anubis o a sus servidores. Tampoco valkirias, por supuesto. Quien me guiaba era una especie de mancha inquietante, una sombra sin forma determinada que me marcaba el camino y apenas se comunicaba conmigo.
     - ¿Adónde vamos? -pregunté.
     La forma sin forma no contestó.
     - ¿Estoy muerto?
     La forma sin forma no contestó.
     Yo la seguía, no obstante. Mi espíritu la seguía, para ser más exactos, sin saber muy bien por qué. Porque era el psicopompo, simplemente, y tenía que dirigirme al más allá.
     En un momento determinado, llegamos a una bifurcación. Vi como el psicopompo me indicaba uno de los caminos y me puse tras él. Al fondo del camino que habíamos tomado solo se divisaban sombras. El otro camino, aquel que dejábamos a un lado, tenía mejor pinta, apuntaba hacia un foco de luz, parecía adornado con un cierto verdor vegetal y transmitía una inefable sensación de paz.
     - ¿Seguro que es por aquí? -pregunté.
     La forma sin forma no contestó. Sin embargo, creí apreciar una extraña sonrisa en algún lugar de su constitución. "Alucinaciones", pensé.
     Seguimos caminando. Al fondo del camino, del que supuse que era el camino correcto, estallaban relámpagos que alumbraban un paisaje estremecedor.