martes, 18 de junio de 2024

El rey del mundo

    El gran guerrero alzó su espada. Había conseguido llegar a la cima de la colina del poder, y ahora se encontraba ante el gran mago. A sus pies se extendía un manto de enemigos caídos por su fuerza y bravura.

    Pensó en su familia, asesinada por los barbáricos cuando él apenas era un niño inocente. En el sabio barquero que le salvó la vida y le enseñó todo lo que sabía. En su pueblo, diluido bajo el yugo de los conquistadores.

    Ahora había llegado su momento. El mago le daría los poderes necesarios, y con su determinación y capacidad de liderazgo conseguiría restablecer el equilibrio en las tierras de Melmork.

    El gran mago se acercó hasta ponerse a su altura. Le puso la mano sobre los hombros. Podía sentir su energía. Se dispuso entonces a pronunciar las palabras protocolarias:

    - ¡Niño! ¡Baja, que tienes que tirar la basura!

    Angelito se quitó los cascos.

    - ¡Espera, mamá!
    - ¡Deja ya los jueguecitos y baja!
    - ¡Que ya voy, mamá! ¡Calla ya!

    El gran guerrero quedó inerte. Las palabras del gran mago se perdieron en las veleidades del tiempo y el espacio. Las tierras de Melmork tendrían que esperar para volver a su equilibrio original.