viernes, 28 de junio de 2024

El último adiós

     Poco a poco el barco se iba haciendo pequeño, hasta desaparecer en el horizonte. A todos les costaba aceptar el hecho de que, en realidad, se había ido para siempre.

    ¿Cómo habían podido llegar a ese punto? ¿Cómo había sucedido? En cualquier caso, ya no había vuelta atrás. Era inútil lamentarlo.

    ¿Y ahora qué hacemos? Se dijeron, mirándose a los ojos, cuando el barco se perdió de vista, engullido por la distancia.

    Se cogieron de las manos.

    Pues vivir, se contestaron. ¿Acaso nos queda otra opción? Vivir, soportar la ausencia y esperar a que la vida, caprichosa e impredecible en tantas ocasiones, vuelva a entrelazar sus caminos.

    Se retiraron, pensativos, sabiendo que todavía tendrían grandes cosas que celebrar y enormes tragedias que lamentar, pero que todas ellas estarían marcadas por la tenue huella de la ausencia.