viernes, 13 de septiembre de 2024

Uno nunca sabe

    Uno nunca sabe como puede terminar su día.

    Piensas que va a ser un día aburrido, uno más en una sucesión de periodos intrascendentes, y resulta que, al caer la noche, han sucedido cosas que te han cambiado la vida. Para bien, o para mal. Y entonces todo lo que tenías preparado, todo lo previsto, se convierte en papel mojado con el que no se puede hacer otra cosa que tirarlo a la basura.

    En ocasiones así, uno se siente como un juguete del destino, movido por los elementos, un espíritu grande al que hasta los dioses prestan atención.

    En otras ocasiones, sin embargo, los días pasan sin novedad, lo previsible predomina, y cuando un día amanece sabes con certeza cómo va a transcurrir.

    El destino, en estos casos, no solo está ya escrito, sino que es plano y aburrido.

    Uno se pregunta, entonces, si los dioses se han olvidado de él y han dejado en piloto automático la maquinaria de su vida. Pudiera ser, desde luego. Los dioses también se aburren.