jueves, 3 de octubre de 2024

Demasiado tarde

     Notó un pinchazo en la cadera, y acto seguido un cosquilleo por todo el cuerpo. No tuvo ninguna duda: el veneno ya estaba actuando, extendiéndose por su sistema sanguíneo de modo fulminante.

    No tardó ni diez segundo en percibir los primeros signos de la parálisis.

    Luego las arañas empezaron a subírsele por las piernas. Todavía tuvo tiempo de notarlas en el pecho. Alcanzó a ver, desplazando la vista con dificultad, unas patas articuladas que se paseaban por su rostro y se le introducían en la boca.

    Pensó que era asqueroso, que no estaba dispuesto a notar la piel rugosa de las arañas rondando sus labios, penetrando en su boca. Quiso vomitar, pero la parálisis ya se encontraba lo suficientemente avanzada como para que le fuera imposible.

    Se arrepintió tremendamente de aquella expedición. De las decisiones tomadas. De querer conocer la verdad de las maldiciones y los miedos de los pueblos indígenas. Se arrepintió, pero ya era demasiado tarde. Las arañas ya estaban poniendo huevos en su esófago.