domingo, 27 de octubre de 2024

El miedo te mira a los ojos

     Entró en la escena del crimen sigiloso, apoyando apenas las puntas de los pies en el suelo de madera. Todavía olía a sangre, a muerte, todavía se percibía esa atmósfera densa de la que se ven rodeados los actos más brutales, las manifestaciones del mal.

    Estuvo rebuscando entre los armarios, entre los cajones, con los guantes puestos, para no dejar huellas; en silencio absoluto, para no despertar los ecos del pasado.

    Encontró las fotografías debajo del colchón. Eran dos. Mismo tamaño, misma resolución. Una era de la víctima, todavía viva, sonriente, con los miembros pegados al cuerpo y los ojos aún en sus cuencas. La otra le hizo palidecer. En la foto aparecía él, él mismo, como si estuviera destinado a tener el mismo final que la víctima.

    Se levantó y dio un par de vueltas por la habitación. Acabó mirándose en un pequeño espejo que se encontraba sobre el escritorio. Observó cómo el miedo lo miraba a los ojos.

    Ahora no le quedaba otra. O morir, o matar. Y no pensaba morir tan joven.