Llevo seis horas sentado en el sofá de mi propio salón completamente a oscuras. Observando la puerta de entrada. O, para ser más exacto, el lugar donde sé que se encuentra la puerta de entrada, aunque la ausencia de cualquier tipo de luz me impide verla.
Más tarde, o más temprano, esa puerta se abrirá y alguien entrará en mi casa. Vivo solo, así que es posible que tenga que esperar para que eso suceda. Tal vez entre un ladrón, y entonces podré ejecutar mi gran obra. Mi puesta en escena perfecta. Esperaré en la penumbra hasta que pueda sorprenderlo con mis palabras, y entonces diré algo memorable, algo como: "Un buen ladrón comprueba, antes de allanar una morada, que esta se encuentra vacía". Y entonces encenderé un cigarrillo y le daré una buena calada, para que su llama, y su brasa, me alumbren tenuemente.
Siempre he querido representar una escena de ese tipo. Así que espero. Si no viene un ladrón, alguien vendrá. Si espero mucho, tal vez mis familiares, o los vecinos, piensen que he muerto y decidan entrar. O la policía. Tengo frases dramáticas para todos ellos.
Va a ser glorioso.
Así que aquí estoy. En el sofá de mi casa. A oscuras. Con un mechero en una mano y un cigarrillo en la otra. Y toda una vida por delante.