domingo, 1 de octubre de 2023

Algo me dice...

    Después de esperar durante horas, se decidió a atacar. Todos parecían dormir. Ningún sonido rompía el silencio de la noche. Él sabía, no obstante, que al menos una decena de guardianes vigilaban, y lo harían durante toda la noche, hasta el cambio de guardia al rayar el alba.

    El objetivo de la misión era acabar con los diez guardias, él solo, y avisar para que vinieran a abrir la cámara de seguridad.

    Poca cosa, vamos.

    Tenía, pues, dos horas para acabar con todos. Lo mejor era ir agarrándolos uno a uno, haciendo el menor ruido posible, sin que los demás se dieran cuenta. Cada uno guardaba un sector, así que no era imposible. Lo más difícil era conseguir que murieran sin gritar, sin avisar a sus compañeros.

    Se acercó, pues, a la primera zona vigilada. Allí no parecía haber nadie, lo cual, ya de por sí, le inquietó. Buscó con más atención. Encontró al guardia en el suelo, degollado. Y él no había sido.

    Mal asunto.

    Fue corriendo, entonces, de zona en zona, y fue encontrando los cadáveres de todos los guardias que, sucesivamente, habían ido siendo eliminados antes de su llegada. Alguien se le estaba adelantando, y eso era mala señal.

    Cuando llegó al final, encontró la cámara de seguridad reventada.

    La misión consistía en dar aviso, una vez eliminados los guardias, para que vinieran a abrir la cámara.

    "Algo me dice", pensó, "que las cosas no están saliendo como deberían"...