jueves, 26 de octubre de 2023

Alguien escribió su nombre en la pared

    - Otra vez, comisario.
    - ¿Y sabemos algo de la víctima?
    - Nada en absoluto.

    Resoplaron con resignación. Otra vez el mismo modus operandi, otra vez en un callejón oscuro, a altas horas de la noche. Quién se adentraría en semejante lugar sabiendo que una ola de asesinatos se extiende sobre la ciudad y teniendo la recomendación de la policía de quedarse en casa era algo difícil de aventurar.

    El caso es que allí estaban, con regularidad.

    Los cadáveres aparecían atados de manos, desnudos y, salvo el primero, con un tajo en el cuello. Para que no gritasen.

    - Y ahora, ¿qué? -preguntó el ayudante.

    El viejo comisario se giró sobre sí mismo. Seguramente nadie habría visto nada a través de las ventanas. Como en todos los casos anteriores. Y, sin testigos, poco tenían que hacer.

    De repente una patrulla entró en el callejón. Sin paciencia, metiendo el coche hasta casi la escena del crimen.

    - ¿Otra vez? -gritó uno desde el interior del vehículo.
    - Otra vez -respondió el comisario, y se giró para escupir. Asqueado.

    Fue entonces cuando lo vio. Bajo la luz de los faros del coche, pintado en la pared, con letras enormes. Como el típico "X estuvo aquí" que los estúpidos con afán de protagonismo van dejando allá por donde pasan.

    Era el nombre del asesino.

    Estaba escrito con pintura blanca, y ocupaba varios metros de pared. ¿Habría estado escrito en todos los escenarios de crímenes anteriores? ¿Esos asesinatos en callejones oscuros eran, además de lo obvio, una burla a los investigadores?

    El comisario se mesó los cabellos. Si era así, iba a ser el hazmerreír de la comisaria durante una buena temporada.